Durante sus años de incansable impulso creativo, Robert y Charles Ingersoll, los fundadores de uno de los más antiguos fabricantes de relojes de América, estableció varios hitos en el campo del desarrollo de los relojes de bolsillo y de pulsera. Se siguió un plan ambicioso que incorporaba, por un lado ofrecer relojes para el público en general, y por otra parte ofrecer precios razonables, manteniendo la calidad real.
En 1892, gracias a Henry Ford, que logró desarrollar un método automatizado de la producción, primero para los relojes de bolsillo y más tarde para relojes de pulsera. Junto a la producción artesanal existente de Ingersoll relojes, se estableció una producción automatizada de relojes.
Con alta calidad y precisión, a un precio muy razonable de un dólar (que era el salario de un día) el llamado "dólar-Watch" había nacido.
El dólar-Watch se hizo tan popular que se produjeron cerca de 1 millón de estos relojes. Incluso Theodore Roosevelt mencionó, que durante su viaje de caza en África, fue descrito como "el hombre del país en el que se produjo Ingersoll". El éxito del "Dollar watch" (también llamado el "yanqui") a partir de entonces fue increíble.